Víctor Mencía Almansa
Pequeño galimatías sobre la intencionalidad de las palabras en la Mediación
“Para persuadir resulta muchas veces más poderosa la palabra que el oro.” (Demócrito. Filósofo griego)
Cuando l@s Mediadores/as hablamos de… “las personas que acuden al Proceso de Mediación, para ver si su disputa es posible arreglarla por este método alternativo de resolución de conflictos”, nos referimos a ellos como de:
.- Las partes
.- Los mediados
.- Las partes mediadas
.- Los clientes
.- Los participantes
.- Los asistentes
.- etc, etc, ….
A priori, no solemos entrar en la discusión de cuál de estos términos es el más adecuado para definirlos. Como regla no escrita, solemos atribuirles a todos ellos, la asignación de “las partes” y menos veces la de “los mediados”. El más utilizado es sin duda alguna “las partes”. Aunque habría que analizar si responde simplemente a que los métodos alternativos de resolución de conflictos llevan poco recorrido aquí en España, y al estar muy ligados al proceso judicial, hemos “heredado” por defecto la misma forma de designarles, igual que a las personas enfrentadas en disputas.
Sin embargo, si analizamos más detenidamente los posibles términos con los que los definiríamos, podríamos ver que no todos tienen el mismo significado y no todos animan de igual manera a que se arregle la disputa. De esta forma, podríamos estar favoreciendo que tengan una mejor predisposición de arreglarlo, una cierta pasividad, o podemos estar “alimentando” sin darnos cuenta el carácter de enfrentamiento con el cual llegaron a la Mediación.
Si quisiésemos referirnos a ellos como de personas que están actualmente colaborando de forma activa en la solución de sus propios conflictos y que hacen lo posible por “agradarse” entre sí, dentro de unos márgenes lógicos de prudencia, difícilmente imprimiríamos ese carácter deseado, si los definiésemos como “mediados”, “partes mediadas” o “asistentes”. Ya que, en los casos de definirlos como “partes mediadas” o “mediados”, estaríamos haciendo alusión a un momento del pasado en el cual el Procedimiento de Mediación ya terminó, o bien estaríamos haciendo alusión al presente indicando que “ellos están siendo mediados” el cual tiene un marcado carácter pasivo. Por otro lado, si los definimos como “asistentes”, no estaríamos precisando ningún tipo de cualidad ni positiva ni negativa, ni a favor ni en contra de querer arreglar su disputa, simplemente su cometido sería permanecer o asistir, que dista mucho del objetivo de la Mediación.
Si los definiésemos como “los clientes”, claramente estaríamos centrando la atención en que algo muy importante en nuestra relación con ellos, es la contraprestación económica. En este caso, estaríamos perdiendo la oportunidad de fomentarles que se “enfoquen” hacia una mejor disposición de arreglo de sus disputas. Pudiendo llegar a pensar, que la diferencia ente el Procedimiento Judicial y el Procedimiento de Mediación es una cuestión semántica, cosa que debemos evitar a toda costa.
Si un/una Abogad@ que lleva un procedimiento litigioso, hablase a cerca de las personas que están enfrentadas en dicho conflicto, obligadamente se referiría a ellos como de “las partes” (actora/demandada). O bien en términos derivados de la relación contractual litigante exclusiva con uno de ellos (mi representado, mi patrocinado, etc….) ¡No tendría sentido que hablase de ellos, como de “los participantes”! Ya que necesita dejar clara con su impronta profesional que él/ella es quien defiende los intereses de su cliente, y que por encima de todo va a conseguir su objetivo de GANAR-PERDER en detrimento del oponente. Lo más decisivo que define si el conflicto se arreglará por vía pacífica o no es la Confianza que se tienen entre sí las personas pendientes de arreglar su disputa, y en tal situación de enfrentamiento se encuentra rota (partida). Por tanto, si en el Proceso de Mediación los Mediadores nos referimos a quienes acceden a este servicio con el propósito de arreglarlo pacíficamente como de “las partes”, inconscientemente les estaremos recordando su situación de enfrentamiento y disputa. Esto puede venirnos bien utilizarlo en la fase inicial, para que ellos entiendan que existe un cambio o transformación en el Procedimiento de la Mediación, de “partes” enfrentadas a “participantes” que construyen su propia solución.
Por otro lado, si un/una Mediador/a que lleva una Mediación se refiriese a las personas que están intentando solucionar su disputa, en la que muestran un claro interés en solucionarlo, participando activamente y con las mejores actitudes conciliadoras, ¿quizá debería referirse a ellos como de “los participantes”? ¡No tendría mucho sentido, que se refiriese a ellos como de “las partes”, si quisiese preservar el carácter colaborativo, constructivo, y solidario (GANAR-GANAR) de dichas personas! En esta línea al llamarles “los participantes”, estaría estimulando en ellos la “luz” que pudiera facilitarles la búsqueda de soluciones, para arreglar el enfrentamiento por el que acudieron a Mediación. En este caso, la Confianza que se tienen entre sí dichos “participantes” podríamos decir que es positiva, aunque lógicamente se deben reservar una cierta cautela para evitar volver al estado inicial de enfrentamiento.
Nuestro cometido como Mediadores/as es facilitarles esa transformación, de ser “las partes” a ser “los participantes”. Es un cambio de actitud, decisivo para el arreglo de la disputa. Sin embargo, por muy duro que trabaje el/la Mediador/a, dicha transformación solamente la pueden hacer ellos mismos. Del cambio de actitud de ellos, depende aprovechar la situación que se les brinda, decidiendo voluntaria y activamente participar en la construcción del arreglo de su disputa.
Si tuviésemos que ponerle nombre al instante en que cada uno decidió transformar su actitud y pasar al “modo colaborativo”, podríamos definirla algo así como: “Momento Mágico de transformación en la Mediación” o “momento MMM”.
Ese “momento MMM” de uno de ellos, sería cuando se quita la “coraza” y deja de mostrarse como sufridor y con su orgullo herido. El cambio lo decide voluntariamente, o bien como algo más frío y racional una vez que valora que es su opción menos perjudicial, o bien porque desde su alma: está cansad@ de batallar en algo que en el fondo sabe que no tiene del todo la razón, anhela la Purificación de rectificar, lo hace como acto de Fe, se muestra Esperanzad@, vive la Humildad desde el momento en el que reconoce que necesita la ayuda de otras personas para solucionar su problema), desarrolla la Generosidad al incluir al otro participante dentro del arreglo de la solución, y asume que se siente capaz para soportar lo que le quede de “duelo” (actitud que paradójicamente le aminora el sufrimiento).
A partir de ese momento, es cuando los asistentes cambian de una actitud de enfrentamiento, estática y de fuerza, a una actitud participativa y solidaria. Esto no quiere decir que a partir de entonces, no van a actuar con cautela y se vayan a dejar convencer fácilmente por cuestiones que antes no eran posibles. Por el contrario, será garantía de que pondrán de su parte para alcanzar la resolución del conflicto (total o parcial).
Es de esperar que exista una cierta resistencia en las Mediaciones, a la hora de dicha transformación de “las partes” a “los participantes”. De lo contrario, el conflicto lo hubiesen solucionado entre ellos mismos y no hubiesen necesitado de una tercera persona imparcial. Ese punto de fricción, como hemos dicho, es el que trabaja el Mediador con ellos desde el inicio de la Mediación, utilizando todo su bagaje, empeño, paciencia, inteligencia, etc…, en definitiva todas sus buenas artes conciliadoras cultivadas a lo largo de los años. En tal caso, l@s Mediadores/as somos quienes dirigimos el Proceso.
¿Pudiera ser que los términos utilizados en el mundo del litigio hubieran evolucionado como consecuencia directa de tanto uso, mientras que los términos que se usan en el Procedimiento de la Mediación estén aún por evolucionar? Estamos hablando en definitiva, de que la forma cómo digamos las cosas y el nombre que le demos a las mismas, pueden tener una repercusión directa en lo que queremos transmitir, y por ello que el lenguaje en nuestra comunicación es fundamental. El lenguaje es el medio que tenemos de interactuar con los demás, que nos permite expresarnos cómo nos sentimos, qué necesitamos, etc… El lenguaje varía dependiendo del país o región, nos permite identificarnos con lo que somos y queremos expresar. Lo que decimos y cómo lo decimos, refleja nuestros valores y experiencia propia, la de nuestra familia y sociedad a la que pertenecemos. Con el lenguaje transmitimos en definitiva: nuestra esencia, pensamiento y realidad interior.
Si los que acuden a Mediación con la intención de solucionar pacíficamente su disputa, participan activamente en el arreglo, ¡son “participantes activos”!. Y por tanto ¿por qué no los vamos a llamar como tales? En esta línea, podría ser conveniente incluso dejarlo reflejado en la documentación obrante en las Mediaciones. Por ejemplo, ya desde la Sesión Informativa Presencial no constitutiva (S.I.P.), que se les explicase que dicha “transformación” de “partes” a “participantes activos”, es la que se realiza en el Proceso de Mediación, e instarles a que restauren el diálogo y colaboración, dejándoles claro que desde el momento en el que se embarcan en el Procedimiento de Mediación hacen dicha transformación con todas las consecuencias. Y aclarándoles que no solo se lo tienen que ganar poniendo de su parte, sino que deberán demostrar que están interesados en resolver su propia disputa.
Así mismo, dentro de las Actas obrantes en el Proceso de la Mediación, podríamos adaptarlo de la siguiente forma:
En lugar de decir:
“4. Lo importante en la Mediación es que las partes SE PUEDAN COMUNICAR CON RESPETO ENTRE ELLOS, con la ayuda quienes median, con la intención….
5. En la Mediación las partes podrán HABLAR LIBREMENTE y DAR LA INFORMACION NECESARIA para abordar los problemas a solucionar y tratar así de alcanzar las mejores soluciones para todos…”.
Podríamos decir / escribir:
“4. Lo importante en la Mediación es que los participantes activos SE PUEDAN COMUNICAR CON RESPETO ENTRE ELLOS, con la ayuda quienes median, con la intención….
5. En la Mediación los participantes activos podrán HABLAR LIBREMENTE y DAR LA INFORMACION NECESARIA para abordar los problemas a solucionar y tratar así de alcanzar las mejores soluciones para todos…
De esta forma, entenderemos el momento en el que se encuentre el Procedimiento de Mediación, con solo ver sus atribuciones:
.- “Las partes”: Cuando todavía se encuentran enfrentados, y en situación enquistada.
.- “Los participantes activos”: Cuando el Procedimiento de Mediación se está realizando, han hecho la “transformación” y por tanto están en “modo colaborativo”.
.- “Los mediados”: Cuando nos referimos a ellos como los protagonistas de un Procedimiento de Mediación ya finalizado.
Con el siguiente esquema, se sintetiza la idea planteada:
Victor Mencía Almansa, arquitecto, mediador de Solución@