En nuestra vida nos enfrentamos en forma casi cotidiana, con la necesidad de tomar decisiones y resolver dudas e inconvenientes de todo tipo. Para ello es también habitual que recurramos a hacernos preguntas, como modo de llegar a las distintas opciones que creemos en ese momento más nos convienen.
Durante el proceso de mediación, también los mediadores utilizamos la técnica de la pregunta. Ya sea para ayudar a las partes a generar opciones o para despertar en ellos otros puntos de vista no contemplados de su conflicto (re-contextualizar), recurrimos a las preguntas para abrirles la puerta a la reflexión.
A través de las preguntas (abiertas, circulares, cerradas, etc.) el diálogo se desarrolla entre las partes permitiendo; junto con el resto de la técnicas como la reformulación, la connotación, la escucha empática, los mensajes “yo”, etc.; que la comunicación sea efectiva a la hora de pensar los acuerdos. Las preguntas nos sirven para explorar, obtener información, confirmar, aclarar, re-significar narrativas, etc. En nuestro taller utilizamos también preguntas propias de otras disciplinas, como la terapia sistémica, el Coaching y PNL, como así también de la resiliencia.
Podemos decir que bien formuladas, todas las preguntas son “clave” en la mediación familiar. Pero aquellas que van dirigidas a reconocer las dificultades por las cuales está atravesando esa familia, el contexto en el cual están inmersos y los recursos con los que cuentan para afrontarlas, serán las preguntas que nos llevarán al nudo del conflicto.
Saber preguntar en mediación nos llevará a obtener respuestas útiles para que las personas afronten y resuelvan sus problemas. Debemos entrenarnos en esta destreza, ser imaginativos pero a la vez respetuosos, sensibles y prudentes. Además de cuidar tanto la forma como el contenido de las preguntas, deberemos evaluar la oportunidad y la necesidad de realizarlas.
Las preguntas permiten conectarnos con nuestras emociones y sentimientos, con nuestro yo interior. Y a partir de allí imaginar la vida que queremos para nosotros y nuestras familias. Muchas veces estamos conscientes y seguros de lo que no queremos que ocurra más en nuestra vida y relaciones (otras no tanto), pero nos cuesta poner en palabras lo que sí queremos que ocurra. Y cómo trabajar para lograrlo.
Patricia Estela Barcones, mediadora