“Existe una demonización del conflicto que los asocia indiscriminadamente a conductas no deseables, a veces delictivas. Pero el conflicto es también confrontación de ideas, creencias y valores, opiniones, estilos de vida, pautas de comportamiento, etc. que en unas sociedad democrática que se rige por el diálogo y la tolerancia, encuentran su espacio y ámbito de expresión”. (Ortega 2001)
Los conflictos forman parte natural de la vida de todas las personas, sea cual sea su edad, su condición social o el lugar donde viven.
Hoy en día se considera el conflicto un rasgo inevitable de las relaciones sociales.
Todo conflicto puede seguir un curso destructivo o constructivo, por lo que lo importante no es eliminar o prevenir el conflicto sino saber asumir dichas situaciones conflictivas y enfrentarse a ellas con los recursos necesarios, para que todos los implicados salgan enriquecidos de ellas.
Todo conflicto tiene un recorrido: un inicio, una fase de escalada, un impasse y una desescalada; dependiendo del punto donde se encuentre el conflicto las acciones irán dirigidas en una dirección u otra; siempre con los esfuerzos puestos en transformar el conflicto en una oportunidad.
Aprender a gestionar un conflicto, implica ser capaz de identificar los diferentes niveles por los que pasa antes de estallar (escalada del conflicto), y aprender a parar la escalada y reparar el campo emocional , reforzando los aspectos positivos de la relación.
La escalada del conflicto tiene cinco fases, que las podemos resumir en:
Fase1: “Una persona no hace lo que consideramos que debería hacer.”
Fase2: “Se intenta convencer al adversario”.
Fase3: “Se desconfía de todo lo que provenga de la otra parte”.
Fase4:“Se amplía la distancia y se pierde la capacidad de diálogo con la otra parte”.
Fase5:“Mediante la amenaza, se intenta mantener el control de la situación”.
Lo difícil de la escalada es que, una vez comenzada, resulta difícil revertir su proceso.
Las personas involucradas en un conflicto se perciben a sí mismas en la posición correcta, justa, y perciben en cambio a la otra parte como intransigente y/o impidiendo la resolución. Cuanto menor es el contacto o diálogo entre las partes, mayor es el riesgo de que ocurra una escalada de conflicto.
Es importante que los mediadores comprendamos y hagamos una gestión positiva del conflicto para poder ayudar a las partes.
Algunas de las pautas que podemos seguir serían:
- Crear una atmósfera propicia, de seguridad y confianza.
- Clarificar percepciones, aclarando malentendidos; escuchando activamente a cada parte.
- Distinguir entre posiciones, intereses y necesidades
- Fomentar los mensajes yo. (hablando desde uno, sin culpabilizar).
- Proyectarse hacia el futuro, reconociendo y aprendiendo del pasado.
- Fomentar el lenguaje de la responsabilidad como alternativa al de la culpa.
- Identificar y desarrollar alternativas factibles gradualmente.
- Usar el humor.
- Descansos y aplazamientos.
Habremos pasado la fase de escalada cuando las partes comiencen a comunicarse de a poco, haciéndose responsables de su conflicto y buscando sus propias soluciones.
Laura Correa Maini.- Mediadora